Nunca me abandones

A primera vista, los jóvenes que estudian en Hailsham no son diferentes de cualquier grupo de adolescentes. Practican deporte, asisten a clases de arte con profesoras (o guardianas) que tratan de estimularles la creatividad y, como todos los jóvenes, descubren el sexo, el amor y los juegos de poder. El internado es una curiosa Arcadia inglesa, recóndita y satisfecho de sus instalaciones, sus jardines, el lago y los idílicos senderos rurales, que tal vez no conduzcan a ninguna parte. Porque Hailsham es un mundo hermético, extraño y convencional a la vez, en el que los alumnos parecen huérfanos sin otro contacto con el exterior que Madame, la mujer que acude regularmente a buscar las obras más prometedoras de los chicos. Un lugar donde los profesores (o guardianes) no paran de repetirles que son especiales y que les espera un futuro de responsabilidad, pero también de preocuparse obsesivamente por su salud. Los chicos también saben que son estériles y que, al igual que no tienen padres, tampoco tendrán hijos. Kathy, Ruth y Tommy estudiaron en Hailsham, y construyeron un triángulo amoroso de vértices cambiantes. Y ahora Kathy H., llegada a treinta y un años, recuerda aquellos tiempos y cómo ella y sus amigos, sus amantes, acabaron desvelando la verdad.